Tiemblo.
Me subyugas.
Imagino.
Pareciera que pudiera dedicar mi vuelo a ese vacío.
No puedo eludirlo.
Esquivo los arpegios del deseo de tu miembro.
Hago nido para ellos.
Advierto húmedo y dilatado el espacio reservado al placer de nuestro encuentro.
Mis labios necesitan la dentellada de los tuyos.
Entablo un diálogo de silencios en el aire enmudecido.
Las sábanas saben de mis delirios.
Ellas callan mi secreto a voces, esperando el reencuentro en la noche iluminada por la Luna que asomada a tu ventana te trae a la mía.
Gira la Tierra, uno y otro día.
Espero el instante en que en mi mente te impones y mis labios temblorosos buscan tu boca.